Auscúltame los pliegues y mis ansias, que no hayan precipicios por donde tus dedos no me rocen. Has de corregir las arrugas de tu memoria, con mi alfabeto de senderos y lunares.
Nada es posible hacer ya ante la rebelación de mis deseos,
cuando toda la sangre se ha entregado a la entelequia de tu idilio.
Confabulamos tiempos de universos desherbados,
con el único afán de sabernos infinitos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario