martes, septiembre 30, 2008

DIEZ... sí, dies, di Ez, dyEs, dïHEz

El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de “quiéreme”, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

Fragmento de El diagnóstico y la terapéutica, Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.



En tu universo
me acuesto, rocío
sobre el jardín
de tréboles que cuidas
sobre la plata
que cantan tus párpados
tantas mentiras juntas alivian.

* http://es.youtube.com/watch?v=J87UDa6Oq_Q&feature=related *

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